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sábado, 6 de marzo de 2010


[...] Casi ya era de noche cuando el niño habló y dijo:
- Traerme el mar.
Todos se miraron aterrorizados. ¿Qué quería decir? Sí, lo habían oído perfectamente. Disimulando, volvieron a poner caras normales. Lo difícil era responder al niño si no se le iba a dar lo que pedía.
El niño esperó. Sin mostrar impaciencia, en medio del silencio de todos, el niño esperó. Ya se moverían. Estaba convencido de que esta vez al menos iba a ser comprendido, pensando únicamente que su padre no le hubiera hecho esperar un segundo...
Carlos Edmundo de Ory -Una exhibición peligrosa-

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